martes, febrero 28, 2006

"Desayuno" con mimos.



Este volante que acaban de ver fue pasado por bajo la puerta del domicilio particular del Doctor Guayaba y desde entonces lo conservó. Siempre llamó su atención, desde la primera hasta la última frase. Desayunos con “mimos”. Muchas hipótesis se desplegaron de la primera frase. La primera fue pensar en esos tipos que se pintan la cara de blanco y que con mímica, hacen que sujeten regaderas, que tiran de pesadas sogas, que están tras un vidrio, y no mucho más que eso. Si el servicio que brinda este mini emprendimiento, es el de que un mimo con su cara blanca, la que siempre ha resaltado las dentaduras amarillas, sea el que sirve un desayuno, sería algo muy particular. El Dr Guayaba imaginó una tetera ficticia, invisible, unas medialunas impalpables, una bandeja inexistente. ¿Qué clase de desayuno sería ese?. Luego, pensó en la posibilidad de una persona que trae un desayuno, y que luego acaricia al cliente, o lo masajea mientras intenta untar la mermelada en la tostada. Por último se detuvo en las comillas de “mimos”, y pensó que podría ser el nombre de la empresa que brinda tal descabellado servicio. Decidió por último hacer uso de la propuesta explícita en la última frase del volante. El Dr Guayaba llamó y preguntó lo que quiso. “Buenas tardes (…) me ha llegado un volante con el ofrecimiento de ciertos desayunos a domicilio y en el horario que uno disponga (…) mi pregunta es la siguiente: ¿qué colectivo debería tomarme del barrio de La Boca a Plaza Flores?”. Mostrando así el Dr Guayaba, una sorpresiva faceta humorística, la que terminó por un insulto leve del otro lado del teléfono para posteriormente colgarle.
Uno o dos días después un hombre llama al lugar solicitando el servicio. Quiere un desayuno especial para su hija, la que cumplirá dieciocho años muy pronto, su padre estará de viaje y no podrá saludarla en su día. Esta gente le ha respondido que la idea es llevar el desayuno a la cama, y que por tal motivo, alguien debería abrir la puerta. A lo que el hombre contestó que las llaves se las dejará al encargado del edificio.
La mañana del cumpleaños, un muchacho y una señorita con delantales llegaron al edificio con los diarios de la mañana, las tostadas, las medialunas, el café, el té, la leche caliente, las rodajas de melón, los jugos y otras cosas del estilo y pidieron las llaves como habían acordado. Entraron sin hacer ruido, como había pedido expresamente el padre de la homenajeada. Entornaron la puerta listos para cantar el cumpleaños y al ver lo que vieron, volvieron sobre sus pasos más silenciosos que antes y se fueron sin el completar el servicio. Se trataba de un treta de Guayaba, una niñas que le debían un favor, que fueron convocadas para hacerles una broma a estos inoportunos personajes. Ellos eran los que daban las sorpresas, hoy se la llevaron.
Romina, María Laura, les agradezco en nombre del Doctor Guayaba.

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