jueves, febrero 16, 2006

Entre sifones y dulce de leche

Al doctor Guayaba le han surgido espontáneamente una serie de opciones a donde recurrir para tomarse unas cortas vacaciones. Una era irse de travesía por el río Amazonas, partiendo desde Manaos, Brasil. Otra era ir a Cartagena, Colombia. Había una remota posibilidad de ir a Mar del Tuyú, en la costa atlántica argentina. Por suerte para Guayaba es esto último lo que se ha dado.
Un viejo camarada del doctor lo ha invitado a pasar allí unos días, motivo por el cuál se ha cancelado la conferencia del doctor en Cartagena y se ha pospuesto la travesía por el río Amazonas para otras épocas. Mar del Tuyú ofrece armar la rutina que uno desee o pueda y repetirla con algún que otro leve desvío, como por ejemplo, ir a Las Toninas. Sin embargo, un episodio casi policial y sumamente misterioso, tuvo al dr. Guayaba como principal desbaratador de un grupo delictivo que venía embaucando a los turistas hace décadas.
Dos cosas llamaron la atención de inmediato al Dr Guayaba. Una fué el nombre de los alfajores regionales (Sank Yu). Otra, era el dinero que le desaparecía de abajo del sifón de soda al camarada de Guayaba, el licenciado Gaspar S.

La declaración del licenciado fue la siguiente “hace días que estoy intentando comprar soda y es imposible, ya van dos veces que le dejo dinero bajo el sifón como el sodero lo dispuso (…) el otro día apareció un manuscrito del sodero diciendo que el dinero no estaba y que pasará la próxima semana (…) es extraño, pero el día que desapareció el dinero de abajo del sifón, despareció Susanita, una vieja muñeca de mi hermana, de paño. Justo ese día la había sacado afuera por que la perra la agarró para jugar, le arrancó un pié y más tarde orinó sobre ella. Tuve que lavarla y luego le dejé fuera para que se seque (…) hoy le he vuelto a dejarel dinero, pero mis esperanzas van mermando”. El pié de Susanita nunca fue localizado, pero claro está que quien se robó el dinero destinado a la soda, es quien se robó la muñeca de paño, sentenció Guayaba.
Durante años, los turistas de Mar del Tuyú se han preguntado por qué el nombre de los alfajores Sank Yu. El doctor Guayaba no fue la excepción. Razonó que se parece fonéticamente a Thanks You, Y que el “Yu”, tendría algo que ver con el Yu de Mar del Tuyú. Pero no alcanzó con ese razonamiento tan trunco como rudimentario. El doctor Guayaba fue más allá. Consiguió la dirección del que hace años es el dueño de la fábrica, Carlos Gorostiza, el hijo del fundador. Moraba a pocos kilómetros de Mar del Tuyú, en Santa Teresita. Allí fue donde se dirigió el doctor Guayaba, dejó su piloto distintivo y su sombrero de ala corta y caracterizado como periodista, consiguió una entrevista, con la excusa de ser un periodista italiano interesado en los alfajores de argentina, especializado en los del Municipio Urbano de la Costa. Una muchacha rubia, voluptuosa, impactante y de menos de treinta años le abrió la puerta. Lo hizo pasar y allí estaba el señor Gorostiza. Un tipo con una contextura física que daba a entender que consumía un porcentaje importante de lo que producía. Llevaba el torso desnudo y se mostraba algo malhumorado Desde un rincón cerca de la ventana, casi sin moverse, le pide todo a su joven mujer, la soda, el Cinzano, que acerque el ventilador, que le alcance una silla al periodista. Guayaba le pregunta por el nombre de los alfajores, a lo que Goristiza responde:
“Yo tenía otro nombre pensado que ahora no recuerdo, y los nombres hay que registrarlos en un lugar donde se registran, ¿entendés?, entonces al llegar allá me dicen que ya estaba registrado el que quería yo, había unos tampones con ese nombre, ¿entendés?, entonces claro, no puede haber dos cosas con el mismo nombre, porque si me hubiesen dejado registrarlo con el mismo nombre que los tampones cuando alguien va a comprar y pregunta por el producto, el que vende te pregunta, ¿quiere los que se comen o los que se meten en la concha?, entonces me dieron una lista de nombre posibles, similares, y en el apuro me quedé con Sank Yu”. Luego de la escalofriante declaración, el periodista italiano (dr Guayaba para nosotros) acepta un alfajor a modo de degustación. “En este momento tengo acá de chocolate nada más”, se explica el fabricante. El doctor notó que Gorostiza también llama alfajor de chocolate al bañado en chocolate y relleno de dulce de leche, como era de esperarse [Ver capítulo “Gran controversia clasificatoria en los alfajores argentinos]. La rubia concubina dice no encontrar los alfajores y con esfuerzo y luego de refunfuñar, se levanta. En un momento se soledad en el ambiente, el doctor Guayaba mira como el viento agita un móvil de campanitas que yace junto a la ventana y al girar la vista encuentra la prueba del delito. Saca la cámara y le toma una fotografía. Vuelve el hombre con el alfajor y Guayaba, como si nada hubiese pasado, prueba el alfajor, que no estaba nada mal. Mira su reloj el periodista, se excusa y se marcha. Del otro lado de la calle, el dr. Guayaba le toma una fotografía al fabricante sin que el se entere y vuelve a la morada del licenciado Gaspar S. y le muestra la foto que prueba el delito.





Susanita víctima recientemente colgada como parte de una decoración austera y aparentemente único testigo del delito.

Que Gorostiza tenga soda en su casa, con lo tanto que andaba faltando en la zona fue otra llamada de atención. La investigación la siguió el licenciado Gaspar S., que luego averiguó que el sodero y Gorostiza habían montado aquella sencilla pero efectiva treta, que consistía en robar el dinero de bajo de los sifones que los turistas dejaban en horas de siesta o de playa, una tarea que la hacían azarosamente, cambiando las víctimas para no levantar sospechas, en una de cada tres situaciones se robaban el dinero. Eran unos pocos billetes, que multiplicados por los clientes del sodero, seguían siendo pocos, pero alcanzaba para mantener en pié la fábrica de alfajores. Guayaba volvió a su domicilio y el licenciado Gaspar S. se encargó de dar parte a la policía, la que allanó el domicilio de Gorostiza y lo encontró culpable, entre sifones y dulce de leche, entre las pruebas encontró una grilla de clientes estafados. El sodero se dio a la fuga.. Gaspar S., poco antes de que la policía allane el domicilio, hizo un llamado anónimo a Mónica Ollanarte, la rubia concubina del alfajorero, buscó una excusa que encontró para que ella salga del domicilio. Ella salió y aunque haya sido cómplice no la han encontrado. El Doctor Guayaba le pidió ese favor personal al Gaspar S. al estar convencido de que ella era otra damnificada de las fechorías de aquel delincuente.

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