lunes, marzo 06, 2006

Globos, dips y fantasías.

Un grupo de niñas norteamericanas se reunieron con el objetivo de brindar una fiesta sorpresa de cumpleaños a una amiga, Karen. Para lo cual tenían el propósito de inflar una gran cantidad de globos. Luego de la dura tarea de preparar unos cincuenta, se alistaron para recibir a Karen a la hora señalada, mientras en la mesa esperaba el pastel.



Llegó Karen y se sorprendió gratamente al ver a sus amigas.

(Karen es la del globo amarillo):

Las chicas habían juntado dinero para hacer un regalo conjunto, se lo entregaron:

Se trataba de dos bombachas, una simil cebra, la otra tipo leopardo.

Dos de ellas mostraban orgullosas los regalos:

Luego Karen guardó íntimamente sus nuevas prendas. Si bien la madre de Karen, Susan, antes de irse se había encargado de preparar unos dips para untar sobre unos panes saborizados, las chicas querían pedir unas pizzas. Y los que bien conocían a estas niñas, sabían que no solo por las pizzas hacían el encargo, sino y sobretodo, por las fantasías que se hacían con el repartidor (un hombre de color bastante mayor que ellas). Pero, como dijo Cristine: “for fantasies there aren’t limits” (para las fantasías no hay límites). Así es que llamaron e hicieron el pedido.

Emocionadas esperaban en la puerta oír el ciclomotor de Warren.

Sonó el característico y ansiado motor y las chicas salieron a su encuentro.

Observen bien la imagen. Si bien Karen estaba levemente inclinada a su derecha, con el objetivo de acercarse a Warren, él estaba también inclinado a su derecha, con el objetivo de acercarse a Cristine (la que sostiene la pizza), los que logran rozar sus hombros.

Esto pronto trajo leves envidias y resentimientos entre ellas. Lo peor para Karen llegó luego, cuando las chicas entraron a la casa y comenzaron a imaginar junto a los globos cosas con Warren y lo que harían con el.

Primero Cristine…

Luego el resto:

Nada de eso le gustó a Karen, su rostro lo demostraba.

Sin mucho entusiasmo, Karen sopló sus velitas:

Luego dijo que no se sentía bien y la fiesta pronto comenzó a decaer. Sus amigas le ofrecieron un digestivo, pero bien sabían que ese no era el mejor remedio para los celos.

Las chicas fueron llamando a taxis de confianza que las llevaron a su domicilio, y luego Karen se fue a dormir. Por la madrugada, llegó su madre y observó que el desorden era algo mayor que el que imaginaba. Pronto se fue a dormir. A la mañana siguiente el Doctor Guayaba surgió en silencio desde la cocina, comiendo una porción de torta en una pequeña servilleta de papel. Se acercó a la mesa y murmuró a sí mismo con su torpe inglés “the green dip no exit”

(con lo que supongo que quiso decir que la pasta verde no ha tenido salida -o tal vez, no ha tenido éxito-).

Luego, al emprender su retirada definitiva se topó con los globos.

Guayaba también proyectó sus fantasías.

“Como los globos naranjas quedará el culo de Cristine en unos pocos años"



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